La novela, La ciudad y los perros
relata la vida de unos estudiantes en la escuela militar Leoncio Prado en Lima,
Perú. Los muchachos que estudian en esta escuela no vienen necesariamente por
que quieren sino porque sus padres los mandan. En el caso de Ricardo Arana, el
padre lo interna en ese colegio porque cree que su hijo tiene una personalidad
muy débil, “Aunque me cueste mucha plata, vale la pena. Es por tu bien. Ahí te
harán un hombre. Todavía estas a tiempo para corregirte.” (pg. 236)
Precisamente este razonamiento es el que apoya la crítica del colegio, ya que
estas familias tienen una opinión desviada de lo que es bueno para sus hijos.
En el Leoncio Prado los alumnos se vuelven inmisericordes entre ellos como se
puede ver entre las relaciones de los grados ya que los de tercer año son los
“perros” de los mayores porque son maltratados por su inocencia al ser recién
llegados a la escuela. Una vez que los alumnos se adaptan a la escuela,
aprenden que para sobrevivir entre ellos deben soltar todas sus debilidades y reservar
sus emociones para que no las puedan usar en contra de ellos. Esto crea un
atmosfera violenta entre los estudiantes y en vez de volverlos buenas personas
para la sociedad, se transforman en “hombres” y en seres crueles.
A Ricardo lo llaman el esclavo por su personalidad sumisa ya que no se
defiende nunca y hace lo que los demás le digan. El consejo que le da Alberto
muestra la mentalidad de los personajes como también lo que es necesario para
sobrevivir en la escuela, “Es por eso que estas fregado –dice Alberto-. Todo el
mundo sabe que tienes miedo. Hay que trompearse de vez en cuando para hacerse
respetar. Si no, estas reventado en la vida.” (pg. 30) Si así es como los
estudiantes se tratan y piensan, se puede ver que la escuela no hace ningún
intento por convertirlos en personas más humanas sino que el ambiente militar
los convierte en personas agresivas. Los maestros no regulan la moralidad de
los estudiantes ya que ninguno tiene problema con robar el examen de química
excepto por el temor de ser atrapado. En casos más extremos, se puede ver como
un estudiante le dispara al esclavo por delatado a Cava de robar el examen de
química y romper un vidrio. Los tenientes del Leoncio Prado solo se preocupan
por cómo actúan enfrente de ellos pero no se preocupan por cómo piensan y no se
dan cuenta que la mente de los cadetes esta trastornada por falta de educación
ética.
Además no les importa que los estudiantes se lleven bien porque solo se
ven actividades donde compiten los niños en vez de crear ejercicios de
cooperación. Esto se puede ver cuando los de quinto compiten contra los de
cuarto en una actividad de jalar la cuerda. “Si veo que viene uno de quinto lo
dejo acercarse, y cuando está a un
metro me llevo
la mano a la
cabeza como si
fuera a saludarlo, él saluda
y yo me
quito la cristina.” ¿Está usted
tomándome el pelo?" "No, mi cadete, estoy rascándome la nuca que
tengo mucha caspa." Había una guerra, se vio bien claro con lo de la soga
y antes, en el cine.” (76-77) Aquí Boa describía las burlas que le hacía a los
de quinto y menciona ocasiones donde se enfrentan los grados. En el caso de la
soga, una vez que gana el cuarto grado se pelean con los de quinto y para
detenerlos los oficiales sacan sus correas y les dan latigazos, algunos de los
oficiales ni siquiera eran de la escuela. Esto muestra la forma en que son
educados los militares que le pegan a unos niños y además que ni siquiera
tienen una conexión escolar con ellos.
La ciudad y los perros, muestra la cruel vida de los
estudiantes bajo la educación de una escuela militar. Mario Vargas Llosa
critica el Leoncio Prado por el tipo de enseñanzas que transmite a sus pupilos
ya que en su intención de convertirlos en “hombres” terminan siendo personas
desalmadas. Los oficiales no les importan lo que hacen los estudiantes cuando
no están frente de ellos con tal de que obedezcan órdenes. Sin influencia buena
de los padres ni los profesores los niños encuentran su manera de razonar que
en muchos casos no coincide con pensamientos ni actos morales.